El lanzamiento del juego Dungeons & Dragons (Mazmorras y Dragones) produjo una sensación de malestar entre los jugadores y la iglesia. Esto ha provocado la quema de libros, la excomunicación de miembros y acusaciones a nivel nacional. Desde la década de 1980, este fenómeno se conoce como el “pánico satánico”.
Como pastor de una iglesia de nerds, geeks y jugadores, muchas veces me he encontrado en medio del conflicto. La disputa resurgió hace poco cuando escribí un sermón acerca del exitoso y nuevo videojuego “Cult of the Lamb” (culto del cordero). Mi enfoque fue humilde, pero en la sección para comentarios se me vio como un conducto de Satanás.
¿Qué está ocurriendo con el pánico moral que rodea los temas oscuros en los medios sociales? ¿Es pecado jugar un juego como el culto del cordero?
El culto del cordero
Empecemos por dar una breve descripción del juego. ¿De qué se trata el culto del cordero?
Estéticamente, se trata de una versión adorablemente oscura de un simulador de culto. El jugador actúa como la caricatura de un cordero resucitado. El juego parece como sacado directamente del universo de los Looney Tunes.
Desde el punto de vista de su jugabilidad, el juego combina dos elementos principales. En una área de juego, a usted (= el cordero resucitado) se le encomienda que forme un culto de seguidores para incrementar su reverencia, lo cual incrementa el nivel de su poder en la segunda parte del juego.
La segunda parte es un juego de tipo jerárquico y sin escrúpulos similar al original de la Leyenda de Zelda, o más similar a otro juego cuestionable como la Atadura de Isaac. En esta porción del juego, usted usa el poder que obtuvo en la etapa anterior para vencer a las huestes de monstruos y así llegar donde el Obispo de una de las cuatro zonas.
Se le encomienda que destruya a los cuatro obispos a fin de liberar un preso denominado One Who Waits (el que espera), que es el demonio que lo resucitó a usted para cumplir sus órdenes.
Redimiendo lo irredimible
Como dije en mi sermón, está claro que eventualmente se espera que usted se arrodille delante de este demonio prisionero. Pero también expliqué que este juego le permite, como líder del culto, tomar decisiones y elegir cómo guiará a sus seguidores. En suma, el juego mismo le da la oportunidad simulada de elegir el no hacer daño.
Claro que usted también tiene la posibilidad de hacer daño, pero el que exista una opción de hacer el bien implica que el juego tiene cosas buenas.
Esto resonó con algunos de los que vieron el video, pero en general recibí críticas por lo que dije respecto al juego. De hecho, jugué parte del juego en el canal Checkpoint Church Twitch, lo que causó que varias personas me visitaran para decirme que estaban sorprendidas por el mero hecho de que jugara el juego siendo pastor.
Aparte del argumento que elaboré en mi sermón, todavía sigo estupefacto por la tendencia cristiana de abandonar los medios sociales creyendo que es una forma de pecado. Por cierto, he escrito más de cincuenta sermones en los medios pop y todavía no he podido encontrar un solo ejemplo de los medios pop que no sean capaces de apuntar al reino de Dios.
¿Qué está pasando?
Separando el pecado
Según el artículo VII de los Artículos de Religión del Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida —documentos del gobierno de la iglesia— “Creemos que el ser humano cayó de la justicia y que, aparte de la gracia de nuestro Señor Jesucristo, está destituido de santidad e inclinado hacia el mal”.
En suma, el pecado es la separación que existe entre la humanidad y Dios. Así como nuestras buenas obras no pueden ganarnos la gracia provista por Jesucristo, así también las obras no son lo que crean lo que llamamos pecado. El pecado no es una lista de cosas, sino un lugar del ser o, si se prefiere, la búsqueda de dicho lugar.
Teniendo esto en cuenta, ¿Pueden los medios sociales ser pecaminosos?
Los medios no son una cosa que existe en relación con Dios. Más bien, es una cosa que existe en relación con la humanidad que existe en relación con Dios.
Si realmente quisiéramos lanzar una palabra a un pedazo de medios de comunicación, podríamos argumentar que alguno de los medios puede inducir al pecado, ¿pero podemos decir que es pecado? No realmente. Los medios no pueden cometer ninguna cosa, ni mucho menos pecar.
Los pixeles y la Pasión
Consideremos otra vez el juego del culto del cordero. A fin de cuentas es una lista de comandos codificados. Lo que capacita al juego para hacer algo es el ser humano que usa el controlador o mando. Pero incluso en esta caso, tendría que ocurrir mucho más para entrar al área del pecado. Para sostener la idea de que está ocurriendo algo pecaminoso requeriría que un persona juegue el juego de una manera que lo separe de Dios. ¿Qué se quiere decir con esto?
Yo pude jugar el juego sin dañar para nada mi relación con Dios. De hecho, pude trabajar a través del contenido del juego de tal manera que logré presentar los temas en una forma que probó ser beneficiosa para la relación entre Dios y los miembros de la congregación que sirvo. De esta manera, no sólo no es pecaminoso, sino que muy santificado.
Santidad, tu nombre es matiz
El verdadero propósito de mi argumento no es proclamar en forma audaz que no existe una forma de medios sociales que sea capaz de causar daño o llevar al pecado. Más bien, mi meta es lograr que los cristianos se abran a las posibilidades de los medios. Algo no tiene que ser producido por PureFlix o escrito por Lewis o Tolkien para que sea capaz de edificar nuestra relación con Cristo.
Tengamos un poquito de fe en el poder de discernimiento del Espíritu Santo. No demos por sentado que todo lo que te enoja es malo. Más bien, explora todas las cosas con el optimismo de que quizá esto también es arte capaz de llevarte de vuelta a la gloria de Dios.
Nathan Webb es todo un nerd en muchos aspectos. Le encantan los juegos de video, ánimes, dibujos animados, cómics, tecnología y sus amigos nerds. En su esfuerzo por proveer una comunidad espiritual para personas con intereses similares, Nathan fundó Checkpoint Church ‒ “la iglesia para nerds, geeks y jugadores de video”. Además, Nathan es presbítero ordenado provisional en la Iglesia Metodista Unida, en la Conferencia de Carolina del Norte-Oeste. También produce su podcast: Babble On and Chatpoint.