En este artículo:
•La oración es comunión con Dios.
•Nuestro objetivo es estar presente.
•Tal vez lo que Dios realmente busca es tu intención y atención.
Por mucho tiempo y hasta el día de hoy, he luchado con la idea de que no oro lo suficiente. Es una nube de culpa que pareciera seguirme dondequiera que voy.
Gran parte tenía que ver con cómo construía la oración. Mis padres modelaron una vida de oración que era ferviente y dedicada. Se levantaban al amanecer para ir a orar a la iglesia. Cuando mi papá no podía dormir, se iría a orar a la iglesia. Si no podía ir a la iglesia, se iría a orar a su oficina en la casa. Orar por horas.
Así es como veía la oración. Los coreanos somos el epítome de lo que llaman “guerreros de oración”.
Una práctica regular de toda iglesia coreana es lo que llamamos SaeByeok Gido, que se traduce aproximadamente como la Oración del Amanecer. La gente llega a la iglesia a eso de las 5.00am (o 6.00am) para un servicio de oración. El pastor entrega un corto sermón y después se gasta una hora en lo que llamamos tongsuh gido, esto es, “Oración juntos en voz alta”.
Habrá lamentos; golpes de pecho; llanto —literalmente la gente lo derrama todo en oración. Como dicen en el deporte, se trata de dejarlo todo en la cancha (santuario).
Por largo tiempo, si no lograba la intensidad y el fervor del estilo coreano de oración —que era el estilo de mis padres— sentía que no estaba orando. Pronto me di cuenta de que no tenía la capacidad para lograr tal fervor e intensidad. Así que, dejé de orar.
Me empecé a sentir más culpable de no orar, lo que me llevó a no orar más todavía.
¿Un pastor que no ora?
El no orar en absoluto me trajo más culpa y vergüenza, lo cual me alejó aún más de querer orar porque me sentía como alguien que no sabía cómo hacerlo.
Pero aquí está la cosa: No existe una forma “equivocada” de orar. Tampoco existe la forma “correcta” de orar.
En su esencia, la oración es comunión con Dios. Como padre me doy cuenta de que no hay una manera equivocada o correcta para que mi hijo pase tiempo conmigo. Lo único que quiero es estar con él. Tampoco hay una manera equivocada o correcta para que mi hijo se comunique conmigo.
Mi hijo es un niño de doce años con algún grado de autismo. Capta el lenguaje al nivel de un niño de cuatro años. No espero que hable como si tuviera doce años. No espero que use toda la gramática y vocabulario correctos. Solo quiero que se comunique conmigo.
Ese es el tipo de corazón que Dios tiene hacia nosotros: Dios sólo quiere estar con nosotros, quiere tener comunión con nosotros. No es necesario tener la fórmula perfecta de oración, ni tampoco tenemos que usar el lenguaje de la antigua versión de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (1602). A Dios no le importa si tartamudeamos, lloramos, parloteamos o emitimos palabras incoherentes. Solo le interesa que nos comuniquemos con él.
Comencé a desarrollar una disciplina de oración haciendo dos cosas. La primera fue escribir un diario de oración donde escribo mis pensamientos para que Dios los lea. Escribo mis gozos, alabanzas, preocupaciones, inseguridades, esperanzas, cualquier cosa que me venga a la mente.
Segundo, en lugar de gastar horas en oración como lo hacen mis padres y otros coreanos, descubrí la oración de respiración. Uno pronuncia una corta oración a medida que uno inhala y otra oración corta mientras uno exhala. Cuando inhalo digo “en tus manos” y cuando exhalo digo “encomiendo mi espíritu”. Esto me mantiene conectado y consciente de la presencia de Dios. Calma mis nervios y ansiedad.
Esta es la forma principal en la que oro. También voy a la iglesia y oro como lo hace mi padre, pero no tan a menudo, lo cual está bien. Este tipo de oración le hace bien a mi papá solamente.
Nuestro viaje de fe y nuestras prácticas espirituales no tienen por qué ser la norma que todos deben seguir. Si un tipo de oración funciona conmigo, quizá no funcione contigo.
Lo que quiero decir es que no debemos concentrarnos en la manera en que nos conectamos con Dios. Tampoco debemos sentirnos culpables por la forma en que oramos. Más bien, simplemente debemos tener comunión con Dios en nuestra vida diaria.
No caigas en la trampa de “¿estaré orando en la forma correcta?” Simplemente ora. Eso es lo único que Dios quiere.
Joseph Yoo es autor de When the Saints Go Flying in. Se mudó de la costa oeste para vivir feliz en Houston, Texas, con su esposa e hijo. Sirve en Mosaic Church, Houston. Visite josephyoo.com.