Cuando Dios llama nunca es tarde

Por Yolanda Pupo Ortiz


Cuando Alberto se levantó del altar, estaba profundamente conmovido. Indudablemente que, en aquel momento de intensa comunión, algo trascendental había ocurrido. Después del culto de adoración, se me acercó para decirme:"Necesito hablar con usted, pastora". Cuando al fin nos pudimos reunir en la oficina, exclamó con gozo y frustración: "Ya no se qué hacer con lo que me está pasando. Dios me está llamando a ser pastor pero es demasiado tarde".


"¿Demasiado tarde?", le pregunté, "¿por qué?" La expresión en su rostro reflejaba los esfuerzos de una lucha interna que, obviamente, no había comenzado hoy, sino que llevaba ya varios meses y quizás años. "Demasiado tarde porque ya tengo 35 años, no he ido al College y ni siquiera terminé mi último año de High School. Tengo demasiadas responsabilidades para dejarlo todo y volver a estudiar".

Así comenzó la conversación que me confirmó la vocación profunda que tenía Alberto al pastorado, y que lo llevó a descubrir que cuando Dios llama, nunca es demasiado tarde.

Alberto no había terminado su High School, pero era un hombre inteligente y capaz. Yo estaba segura que podía terminarlo sin esfuerzo y que también podía tener éxito en el College. Alberto también creía que podía lograrlo, excepto que el insistente llamado de Dios no era para dentro de 8 años, después que terminara el College y el seminario, sino para hoy. Por otro lado, Alberto y su esposa tenían tres hijos, de 9, 11 y 13 años. Para hacerle frente a los gastos de la casa y la educación de sus hijos, ambos necesitaban trabajar. Alberto no podía dejar de hacerlo. Esto significaba que en lugar de 8 años, sus estudios tomarían 15 o más.

Estas eran algunas de las inquietudes que Alberto tenía y que agobiaban su corazón, hasta aquel día en que le hablé de la Escuela del Curso de Estudio de la Iglesia Metodista Unida. Este es un programa diseñado precisamente para personas como Alberto, que ya tienen o han pasado los 35 años de edad, cuando Dios los llama en forma insistente a servirle como pastor o pastora.

Nuestra iglesia ha establecido un proceso para personas en la misma situación que Alberto. Este proceso comienza en su propia iglesia local y en el distrito, y culmina con la preparación de la persona para recibir, primero, la licencia para el trabajo pastoral, y después, junto al pastorado, los estudios teológicos-bíblicos y prácticos que necesita para su formación. Esto se realiza en la Escuela del Curso de Estudio.

La Escuela del Curso de Estudio es el seminario para los pastores y pastoras locales. Los estudios duran cinco años, y encada año se dan cuatro materias diferentes. Estas incluyen cursos básicos para el pastorado como: teología wesleyana, biblia, historia de la iglesia y del pensamiento cristiano, formación espiritual, administración, cuidado pastoral, teología contemporánea, ética, educación cristiana, misión, evangelismo, culto y sacramento y predicación.

Cuando Dios llama a servirlo, nunca es demasiado tarde. Nunca es demasiado tarde para que Dios use nuestros talentos y dones para su obra. Durante los años que nuestra iglesia ha estado formando pastores y pastoras locales, hemos visto levantarse un sin número de hombres y mujeres que, respondiendo al llamado de Dios, han usado y multiplicado sus dones y talentos en la hermosa tarea de hacer discípulos y discípulas de Cristo. Los pastores y pastoras locales han desarrollado nuevas congregaciones y han fortalecido otras que estaban ya debilitadas, se han dado a comunidades que han sido transformadas por su ministerio. Esto es un testimonio de que cuando Dios llama, nunca es tarde para servirle.

El legado de nuestros pastores y pastoras locales es muy rico. Cuando Dios llama, no sólo multiplica lo que nos ha dado, sino que los horizontes se ensanchan y se abren nuevos caminos.


--Yolanda Pupo Ortiz es presbítera jubilada de la Conferencia Anual de Baltimore-Washington. Actualmente es Decana de la Escuela del Curso de Estudio que se encuentra en Garrett-Evangelical Theological Seminary, Evanston, Ill


el Intérprete, marzo-abril, 2009

 

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