Comunidades de fe

Por Nora Martínez


Para que las congregaciones hispanas crezcan debemos formar comunidades de fe saludables. Es importante detenerse en la palabra "saludable", ya que de este adjetivo depende si la estrategia para plantar iglesias es efectiva o no.

Una comunidad de fe es una entidad viva y, como tal, nace, crece, se multiplica y muere.
Una comunidad de fe saludable sabe lo que es y lo que no es. Una comunidad de fe saludable no es un culto más de adoración, no es una fiesta, no es una iglesia pequeña dentro de una iglesia, no es un grupo de terapia mental, ni es un taller de entrenamiento de líderes.

La comunidad de fe es un grupo pequeño cuyo propósito es proveer de espacio y tiempo a personas, tanto de la iglesia como fuera de ella, para que reflexionen en las Escrituras, hagan preguntas, oren juntas, se ayuden unas a otras, y tengan confraternidad.

Una comunidad de fe es una entidad viva y, como tal, nace, crece, se multiplica y muere.


Foto: cortesía de Nora Martínez

Nace como una estrategia de alcance, para ofrecer una oportunidad nueva; crece cuando alcanza gente nueva; se multiplica cuando crece tanto que de ella surgen nuevas comunidades de fe; y muere cuando la necesidad ya no existe, cuando la gente se ha mudado del área, cuando la comunidad de fe ya no provee lo que la gente necesita, cuando se convierte en algo más que la gente debe hacer.

La congregación latina dentro de la IMU Sugar Hill, en Georgia Norte, ha desarrollado una red de comunidades de fe que están ayudando en su crecimiento. El pastor Vani Pino trabajó por varios meses desarrollando una estrategia de trabajo y capacitando al liderazgo laico. Actualmente tienen 13 comunidades de fe que se reúnen semanalmente en diferentes sectores de la ciudad, así como en ciudades adyacentes.

El pastor se reúne semanalmente con los líderes de las comunidades de fe y les presenta un bosquejo de una página, el cual cubre el sermón dominical y sirve de guía para la conversación durante la comunidad de fe. El pastor le da a estos líderes la oportunidad de hacer preguntas y de reflexionar juntos sobre el tema del sermón. Además de esto, todas las comunidades de fe son invitadas a una celebración trimestral.

Esta estrategia ha sido uno de los factores que ha ayudado al crecimiento de esta congregación, que ahora reúne 225 personas en el culto dominical. Es importante notar que el pastor es una pieza clave en esta estrategia, porque entrega a sus líderes laicos las herramientas necesarias para dirigir sus grupos, y los capacita para saber facilitar la conversación, en lugar de dominarla. Las reuniones son breves, tomando en consideración las responsabilidades laborales y familiares de los participantes. Una comunidad de fe debe proveer a sus participantes oportunidades para escuchar el evangelio, para reflexionar, para hacer preguntas y para crecer en su fe.

La reunión semanal con los líderes permite que el pastor continúe capacitando a los líderes. La reunión trimestral con todas las comunidades de fe le da al pastor la oportunidad de supervisar el desarrollo de las comunidades más efectivamente.

Como cualquier otra estrategia, el desarrollo de comunidades de fe debe hacerse con cuidado, tomando en cuenta las necesidades de la comunidad y el liderazgo disponible. Cuando las comunidades de fe suplen lo que la gente necesita, se convierten en una fuente de vida, en un recurso para el crecimiento y la multiplicación de discípulos.


--Rda. Nora Martínez es la nueva secretaria general asistente en desarrollo congregacional y ministerios étnico-raciales en Ministerios Globales.


el Intérprete, marzo-abril, 2011

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